Comunistas infantiles

 



"Cuando eres pequeño quieres ser grande, y cuando ya eres adulto quieres volver a ser pequeño"


Éramos una pandilla que renacía cada verano, fuimos constructores, cazadores de mitos, power rangers, defensores de las causas perdidas, rescatistas de animales y lo más importante... astronautas convivientes con otra especie.


Nos bañaban temprano a mis hermanos, primo y a mi, para salir a jugar a lo que los adultos le llamaban patio. Se esmeraban en ponernos las mejores tenidas para que la pequeña vecindad supiera que no nos hacía falta nada, pero el vecino más próximo vivía kilómetros más abajo.

Salíamos corriendo a la nave, un árbol Paraserianthes lophantha o peo alemán comúnmente conocido por los chilenos; pueden imaginar la fragancia con la que llegábamos de vuelta a casa.

La mañana consistía en como íbamos a abastecer de víveres a la otra civilización cercana a nosotros, así que sobre la nave nos encargábamos de lo que a nuestro parecer parecía esencial. Pastas de dientes provenientes de la sabia del árbol, legumbres sacadas de el mismo semillero que daba de fruto y por supuesto... perfume... el perfume tan aclamado por los curiosos de Francia, el "peo alemán".

Todo esto ocurría en un espacio de imaginación paralela, pero la realidad es que la nave quedaba en un sitio que las personas que vivían al lado de él lo habían comprado y estaban esperando juntar dinero para comenzar a construir.

Esa noticia llegó como una tragedia para nosotros, nuestros amigos alienígenas no podrían comer nunca más, nosotros ya estábamos acostumbrados a respirar el oxígenos de nuestros cascos astronautas y a tener una vida flotando en la gravedad misma. ¿Qué sería de nuestras existencias fuera del espacio exterior?

Comenzamos a contactarnos con una estación terrestre nombrada por la Tierra "los bloques", otro sitio pelado a la espera de construcción donde en el verano llegaban más niños como nosotros a jugar en su propio espacio imaginativo, eran muchos porque todos vivían en la misma calle y eran amigos.

La única solución que se nos dio era que aterrizáramos y fuésemos parte de su civilización, en "La casa de las alas vivientes", habíamos recibido hasta una invitación después de que mi hermana pequeña fuese a entablar una conversación con ellos cara a cara. Pero para nosotros ese no era el problema, sino que nos iban a hacer desaparecer nuestra nave.

Hablando desde el plano real, los dueños una mañana llegaron y nos comunicaron que ellos habían comprado el sitio y que ahora comenzarían a hacer una casa para su familia, y debíamos abandonar el lugar porque ya no podríamos jugar ahí. Mi primo entró en una cólera enorme y mi hermana se reusó en el rostro de la dueña a dejar la zona, mi hermano fue más drástico; se amarró al árbol.

Yo mantuve la calma y los hice regresar a casa, porque tenía un plan...

HUELGA Y TOMA INFANTIL:

Extendimos cartas escritas con gel lunar y olor a durazno a la civilización terrestre informando de nuestro problema, a lo que ellos respondieron con todo su apoyo.
Esa misma noche más de 20 niños se posicionaba en nuestra base a levantar carpas, y carteles para que no nos sacaran de ahí. Estábamos dispuestos a la violencia; teníamos reunidos cuchillos de torta, piedras de marte que al lanzarlas con nuestra onda espacial alcanzaban una velocidad galáctica, y por supuesto el ingrediente esperado la bomba del perfume tan famoso.

No tuvimos que hacer desmadres, ni abandonar el lugar, no llegó la policía ni retroexcavadoras. Los dueños con una dulzura enorme nos explicaron que para ellos había sido una pena enorme llegar a esa decisión, porque vieron nuestra niñez avanzar por años en ese lugar, y como tenían nietos era como quitarles algo a ellos. Nos habían visto crecer y disfrutar en el lugar que habían comprado, así que su decisión fue que cuando mi hermana menor cumpliera 6 años, ellos comenzarían a construir.

 El trato fue que a cambio ella iba a poner flores y desmalezar, así que nosotros teníamos que mantener en el año todo limpio e intacto. No hubo día que no fuésemos a regar o quitar hiedra.

2 años de vida para nuestra imaginación se nos regaló en ese momento, y en esos 2 años salvamos a la raza desconocida que convivía con nosotros, y la civilización terrestre extendió una invitación para ir a ser participe de "La casa de las alas vivientes" por lo que el último día de resistencia en nuestra base, cantamos el himno nacional, plantamos más flores, abrazamos llorando a nuestros contendores y tomamos nuestros bártulos para al día siguiente cambiarnos a un nuevo mundo paralelo.

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