La disputa por un objeto viviente

 




Cuando nací mi abuela era muy joven, no sobrepasaba los treinta y cinco, y mi madre tenía al rededor de 18 años. Según lo que he oído, la relación entre ambas era a diario una lucha campal donde todos los días había duelos de muerte.

Según mi madre, me tuvo para irse de esa casa con alguien a quién no llegué a conocer con uso de razón hasta los 19, pero que mantuvo sus visitas cuando yo era muy pequeña y que fui yo quien había exigido no verlo más a los 3 años. Ella se fue a vivir con quien para mi es mi padre hasta el día de hoy, el mejor ser humano que puede existir en este planeta; aseguraría que en otros también.

Pero el poder económico y psicológico que ejercían mis abuelos sobre mi madre era lo suficientemente grande como para desencadenar una guerra. 
La guerra comenzó porque mi abuela no podía tener más hijos, y le había pedido a mi madre que yo fuese hija de ellos, osea... que mi madre me regalara a ellos porque ella podía tener más crías.
Mi madre se negó rotundamente, porque yo era el motivo para haber podido huir de casa, me tuvo para que la echaran y mi papá la acogió conmigo, para que posteriormente se casaran.

La respuesta de mi abuela fue muy pasiva al inicio, el acuerdo había sido que ella pudiese ir a buscarme cada vez que quisiera para poder verme. Pero mi papá comenzó a tratarme como a su hija y a mi abuela le pareció que le estaba haciendo competencia con las cosas materiales que se me compraba y armó la casa de puta.

Mi mamá a su vez se dió cuenta de que yo recibía comentarios de mi abuela como que ella era mi madre, que ella me quería más, y que ella me podía comprar todas las cosas que quisiera. Y tomó la decisión de prohibirle verme.

EL COMIENZO DE LA GUERRA:

Mi abuela por todos los medios que tenía hizo descubrir quien era mi padre biológico, a quien obligó que me fuese a visitar y reclamar visitas todos los fines de semana. Cuando me iba a buscar debía llevarme en secreto a casa de ella. Hasta que un día mi padre biológico llegó para navidad con bolsas y bolsas de basura llenas de regalos, que mi madre sabía que no podía comprar, y se dio cuenta de que él me llevaba a casa de mi abuela.

Mis padres sentenciaron a mi padre biológico de no llevarme más a casa de ella porque ella estaba iniciando un juicio con acusaciones de que no podían tenerme por un sin fin de razones que no sé si habrán sido inventadas o reales; como que se me maltrataba. Y le dijeron al tipo que si volvía a llevarme ahí se le iba a comenzar a pagar pensión alimenticia, la cuál no se realizaba porque para mi mamá era casi una aberración recibir dinero de él.

En resumidas cuentas la guerra nunca terminó, esa batalla sigue en pie entre ellas... pero fui yo quien la apaciguó cuando cumplí 27 en un arranque de furia y verborrea gritándoles que gracias a ellas nunca supe en la vida que era necesitar algo y que cuando me tocó escases tuve casi morir de hambre y recurrir a medios que nadie podría soportar si dice tener autoestima.

Ellas el día de hoy mantienen una relación cordial, pero sigue ese choque de caracteres, y yo no considero a ninguna de las dos parte de mi tribu.

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