Odisea en un espacio paralelo: Misioneros

 





Humberto en un sobre salto por percibir que el barco se movía, toma de inmediato un pequeño recipiente de un esquinero y ofrece a Amory y Regenkind dulces de hinojo.

Tomen chicos, las nauseas de este plano son más fuertes cuando estamos en el mar; pueden tomar las que quieran y en la cocina Álvaro tiene más exquisiteces.

Regenkind desprende de su espalda un morral con un hermoso ukelele y lo deja en la mesa enorme; un poco reticente a que lo alejen de sus cosas explica,

Dentro del morral están las muestras que Amory mencionó anteriormente; quisiera hacer una pregunta, exclamó algo extrañado. ¿Cómo es que se está moviendo el barco?

¿Quieres ver?, contesta exaltado Clío, como si casi lo invitara a jugar...¡Vamos!

Regenkind sale de la sala de la inquisición con Clío y lo lleva hacia el otro extremo del barco.

Álvaro le pide a Amory que lo acompañe a su cocina para probar los manjares que la esperan y para ayudarlo a servir comida para todos.

Humberto, nota que todos se desconectaron de sus intenciones, por lo que decide explorar el morral de Regenkind. Al encontrar frascos con diferentes tipos de arcilla, mantuvo con mucha delicadeza todo lo que pudiese haber dentro y lo llevó a la desconocida habitación de Regenkind.

Lo demás será uso de todos, menciono en voz baja.


Tiempo más tarde, Amory y su nono terminan de servir la cena en el comedor de la cocina. Una cocina amplia, con alacenas llenas de hierbas, infusiones, mandragorines, zetas, y frutas; un horno enorme y bajo el; costales de harina. En medio una mesa larga con 8 puestos, 5 de ellos servidos, quedando una esquina vacía. Al costado de la despensa que estaba a ras de piso dos platos, los de Mutig y Stark.

Álvaro pide por favor que vaya en búsqueda de los demás hacia el norte del barco mientras llama a los perritos a comer, y Amory exclama ¡Okey!

Al salir de la cocina, inmediatamente encontrabas de frente la entrada a la sala de la inquisición, pero al seguir hacia la derecha proseguían dos puertas más; en una de ellas decía Viajero y en la otra Amory. Mientras ella caminaba notaba que ya pasando las puertas se acababa la techumbre y quedabas a cielo abierto, se sintió un ruido a lo que Amory observó hacia atrás, percatándose de que Humberto iba saliendo de la habitación del viajero; no le dio mayor importancia pero le avisó con un grito poco sutil,

¡Don Humberto está servido! y Humberto levantó su pulgar en aprobación.

Cuando Amory giró para seguir su camino se encontró con unas enormes velas, sin otra descripción en su cabeza que semejantes a las de una embarcación pirata, pero las primera que había visto en su vida llenas de mariposas tornasol. Entre ellas una escalera hacia un mirador en lo alto, perfecto para el uso del catalejo; y en él Regenkind y Clío disfrutando de los colores y el viento.

¡Heeeeey! está servido!!!, gritó ella.

Desde arriba Regenkind le grita, !Antes debes subir... te fascinará!

En ese momento Amory empezó a sentir un extraño temblor en sus brazos y al tomarse nuevamente de las muñecas, percibe que bajo las mangas de su vestido, su piel se estaba volviendo el pelaje de un felino. Algo apurada pero con aires de astucia contestó:

Más rato, la comida se enfriará!, y se devolvió a la cocina.


Se encontraban todos degustando la deliciosa comida de Álvaro, cuando Humberto muy agradable y entusiasmado por tener acompañantes en la mesa pregunta:

¿Y pudieron ver como se mueve este barco?

Yo si!, respondió Regenkind sorprendido. Jamás imaginé que al movernos el portal del aliento se transformaría en tantos millones de mariposas, es hermoso.

¿Pero Don Humberto, entonces a que hora es que usted conduce el barco?, se inmiscuye Amory.

Humberto sonriente le explica a ella que las mariposas del aliento se duermen con la luz noche, y que de día vuelven a despertar, igual que un ser humano.

!Geniaaaaal¡, exclama Amory. A todo esto, recuerda... ¿A que hora es bueno ir a dormir? ¿Nono a qué hora es la hora de las brujas?


Clío sonrío como si a un gato le pusieran una hebra de lana en frente, Humberto prosiguió comiendo tratando de hacer como que no era muy de importancia su pregunta y Regenkind atento para saber a que hora debía ir a dormir y también algo intrigado con la segunda pregunta. 

Álvaro contestó: Aquí no hay horario para ir a dormir, esto no es una cárcel, además sus tareas conllevarán bastante tiempo del día por lo que mientras se encuentren descansados, podrán hacer lo que quieran en sus tiempos libres, es responsabilidad de ustedes. Mientras puso sus labios en su taza de café, soltó una mirada amenazadora a Amory y prosiguió... Y la hora de las brujas a las 00.

¡Gracias Nonito!, le contestó Amory recibiendo su cara de por favor no te pongas a hacer tonterías.

A Regenkind le pareció magnífico que no tuviese horario para dormirse temprano, pues estaba imaginando en su cabeza mientras se encontraba escuchando la conversación de la mesa que sólo quería subir a tocar música al mirador de las veletas.

Al darse por terminada la hora de la cena, Humberto llama a los chicos a que lo sigan, para presentarles sus habitaciones, Regenkind bienvenido a la habitación del viajero, Amory bienvenida a tu habitación, sonrió...Nos vemos por ahí, y se retiró.

Ps! oye amigo! que se sepa que sabré cual es tu misión secreta eh?, susurró en tono de juego Amory.

jajajajaja, ni siquiera yo lo sé... solo estoy disfrutando... pero mañana dejemos un momento para subir a las veletas. Iré por mi Mutig y por mi Stark... necesito un buen descanso con ellos.




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