Odisea en un espacio paralelo: Misioneros




 Luego de que Amory salió de la habitación de Regenkind, los perros calmaron y despertaron del todo a su dueño. Había decidido comenzar el día temprano, pero aun lo inundaba esa sensación de que debía buscar algo, tras haber oído antes de dormirse la orden. Sin preámbulos se vistió y ordenó el desorden que había dejado en el escritorio, notó que no había alcanzado a escribir mucho, así que se planteó hacerlo más tarde después de saciar las ansias que tenía por subir nuevamente a las veletas. Humberto había mencionado que su artefacto mágico para su misión iba hacer el monóculo de la tía Vesna, pero además que tenía una misión propia y teorizó dentro de su mente: -Y si todo funciona con artefactos mágicos aquí, o con brujería ¿Cuál será el artefacto de mi misión propia? … Observó el escritorio.

Había un tintero con una pluma, la mesa con un vidrio sobre ella, un pequeño maniquí articulado para artistas, hojas blancas de color ahuesado, un candelabro y un reloj de escritorio antiguo. Nada de aquello parecía ser mágico y todo a la vez podía serlo; tras ver a Amory despertar no siendo un gato, todo podía pasar.

Trató de seguir pensando pero sonó un ruido estomacal fatal, que no supo si provenía de él o de Mutig o Stark, por lo tanto era hora de que fueran a tomar desayuno. Al salir vio a Amory marcar el paso algo brusco en dirección a la popa y a lo lejos Clío corriendo por llegar primero, de los últimos Humberto muy paciente.

Te veo en un momento amigo!, mencionó Humberto.

Estaré en la cocina, contestó Regenkind.

Al entrar a esa hermosa cocina, y sentarse a la mesa mientras exclamaba ¡Buen día! a Álvaro que se encontraba calentando pan en el horno. Regenkind sintió una mirada amenazadora, era Álvaro desde el horno observándolo fijamente, a lo que Regenkind le frunció el ceño sin entender nada.

¿Qué te tramas con Amory?, dijo algo paranoico Álvaro.

¿Qué? yo, nada... ¿Por qué me lo pregunta?

Clío ha llegado aquí esta mañana mencionando que dormiste con ella. 

A ver Don Álvaro, creo que usted no sabe toda la historia, yo entré a mi habitación al despedirme de Amory, y luego tuve unos malestares algo extraños al rededor de las 00, y caí dormido en mi escritorio mientras me encontraba escribiendo. Al despertar me encontré con un gato, Mutig y Stark no reaccionaron para nada, por lo tanto pensé que era un integrante más del Habitante y simplemente lo llevé a dormir a mi diván. Pero al despertar Amory estaba durmiendo en mi cama y yo amanecí de golpe en el suelo, contestó tajantemente Regenkind.

Mmm... ya veo, ¿Cómo es eso de que tuviste malestares?, preguntó Álvaro.

Así es, acercándome a las 00hrs me comencé a marear y antes de caer por completo dormido en el escritorio, oí una voz que decía "búscame". ¿Usted sabe de que se puede tratar?, le contó Regenkind al nono con honestidad.

Puede que tenga que ver con tu misión, pero aquí la bruja es mi bisnieta, mira... no te fíes de ella, algo trama si se está yendo a escabullir en tus aposentos, aunque no tienda a ser metiche, cuando lo es tiene una razón. Así que como es ella la única que practica magia con la energía suficiente, cuando estén juntos pídele ayuda, créeme es una buena hechicera, como lo fui yo estando vivo, asintió Álvaro.

Regenkind le aclaró a Álvaro que Amory lo que quiere saber es qué misión me compete como propia nada más, pero tomaré su consejo.

Por la puerta se asoma Humberto saludando, y le pregunta a Regenkind si ya ha desayunado, le aconseja que debe nutrirse bien, porque tendrá su primer viaje fuera del barco, pero que no se apure porque aun hay tiempo. Se acerca a tomar una tasa de té con él y le explica:

Los dos trabajaremos en la proa del barco, no es difícil nuestra misión por encontrar a Uthrandir, se trata de que miren por el monóculo y veras una especie de nubes... cuando la vista por medio del objeto se despeje debes soltar el aliento y dar un paso adelante como si estuvieses entrando por una puerta, y para volver solo debes decir Habitante 3 veces. Deberás tomar nota de lo que veas a tu alrededor, sobre todo de lo que te parezca inusual, pero aquí viene tu misión. La tundra tiene una fauna muy peculiar, sus arbustos pueden viajar por toda la gama de la escala de colores, pero no todas crecen de la misma forma, lo que harás es recoger la mayor cantidad de arcilla diferente en donde se de cada arbusto, explicó Humberto.

¿Por qué? ¿Qué haré con esa arcilla?, pregunto intrigado Regenkind.

Lo único que se muchacho es que debes recolectarlas para hallar a alguien, y el corazón de Amory, según lo que estuve leyendo en el libro de Jacques te dirá el por qué, aseveró Humberto.

te lo dije, agregó Álvaro.

Los tres caballeros se prepararon para salir de la cocina, Álvaro iba a estudiar la investigación y el curso de las misiones a la sala de la inquisición, y Humberto y Regenkind pasaron de largo a la proa.

Era una zona del barco donde se disfrutaba sentir el viento en la espalda arrastrándote a sentir adrenalina por el vaivén y creer que caerías al mar. A un costado había una pequeña bodega, más bien parecía una cabina de vigilancia, pero cuando Humberto abrió no había nada más que botas achiporradas, un abrigo de piel y un gorro estilo ruso.

Ten Regenkind, no olvides que vas al ártico, dijo sonriente Humberto. Ahora, prosiguió, mira fijo la marca que dejan las bobinas del Habitante en el agua, y pon el monóculo en el ojo que más te acomode y repite conmigo: 

¡A Uthrandir veo, a Uthandir voy, todo lo que encuentre en la Tundra lo recibo y en el Habitante lo doy!

Regenkind con todo su ímpetu, fuerza y valentía, llevó el monóculo a su ojo derecho, y tal como se lo mencionó anteriormente Humberto, no veía el mar, sino nubes hasta comenzar a despejarse y ver un hermoso paisaje blanco, con estepas colorida a lo lejos y unas pequeñas casas y sus fumarolas, repitió consciente: ¡A Uthrandir veo, a Uthandir voy, todo lo que encuentre en la Tundra lo recibo y en el Habitante lo doy!

Ya ves tu zona de trabajo?, preguntó Humberto.
¡Si!, gritó Regenkind.
Ok chico, da un paso adelante y nos vemos de vuelta!, contestó enérgico Humberto.

Regenkind aun no acostumbrado a viajar por los portales de la magia, se encontró por muy pocos segundos entrando en un túnel de color naranjo y junto a el volvía el pito en el oído que a lo lejos le mencionaba, búscame, búscame. Con una voltereta en la nieve, llegó Regenkind a la magnifica Tundra, al parecer era un día de calor, el Sol se reflejaba en los montes blancos y a lo lejos una laguna congelada parecía el cielo en la Tierra, con su hermoso efecto espejo. 

Decidió tomar un camino que lo acercaba a la laguna y a las estepas coloridas que bordeaban las casitas con chimenea. Estuvo al menos una hora y media caminando, mientras lo hacía iba anotando el recorrido y lo que veía en su entorno. Al llegar al borde de la laguna las nubes blancas y pomposas se reflejaban en el hielo que la mantenía congelada, y a su vez el Sol hacía que estas con el color de los arbustos en su lejanía parecieran nubes de colores.

Se sentó un momento para descansar en la fría nieve, con unas ganas tremendas de pisar la laguna, imaginando que en ella podía patinar en el hielo. Pero su preocupación por saber que es lo que debía buscar según sus síntomas repetitivos lo devolvieron a sentir que no debía parar. Y en el impulso que iba hacer para pararse comenzó a correr un temible viento polar; el Sol cada vez fue desapareciendo y las nubes de colores se fueron moviendo con la ráfaga del viento.

Intentó ponerse de pie, pero le fue imposible, pues la velocidad del vendaval era muy fuerte y solo tendió a tapar su rostro entre sus rodillas, ya que el frío quemaba sus mejillas. No calculó los minutos que pudo haber durado aquella brisa polar, pero al  sentir que había disminuido por completo levantó la cabeza y lo que vio  fue mágicamente sorprendente.

Las nubes habían adoptado la forma del sigilo de Uthrandir en el cielo, y su reflejo se situaba justo en medio de la laguna; rápidamente Regenkind casi sin poder moverse del frío tomo su lápiz y lo dibujó en en sus notas, para no olvidar lo que había visto. Un poco apenado por no poder llegar a las lomas de arbustos, dio el día por terminado, su cuerpo ya no podía con el hielo y cerro los ojos afirmando su libreta y mencionó consciente: ¡Habitante, Habitante, Habitante!...

Y cayó el aventurero en la proa del Habitante, Humberto lo estaba esperando con una frazada y le puso un cataplasma de menta en la garganta para que le devolviera el oxigeno que le había quitado el frío.

¿Estás mejor? ¿Cómo te sientes? ¿Puedes caminar?, preguntó preocupado Huberto. 

Si, estoy cansado pero puedo caminar, contestó exhausto Regenkind.

Entonces pon tu brazo al rededor de mi cuello y carga tu peso en mi, iremos a la sala de la inquisición donde está la chimenea encendida.


Al llegar al lugar se encontraba Clío, Amory y Álvaro ordenando la información que habían obtenido sobre Amalí, pero al notar que Regenkind venía en mal estado, y Humberto lo recostaba en un berger de la sala, Clío y Amory corrieron por agua caliente y hierbas a la cocina.

Creo que este chico debería tomar una larga siesta, aconsejó Álvaro. 

No es mala idea, pero devolvamos su temperatura corporal primero, contestó Humberto.

Pasaron unos minutos y Amory entró con una tetera con té de cardamomo y Clío con unas píldoras de jengibre para evitar que Regenkind pescara un resfrío que podría volverse fatal.

Con lentitud y calma Regenkind tomó los víveres que le habían traído sus amigos, y Álvaro después de notar que ya estaba más recompuesto aseveró:

Ve a recostarte a tu habitación muchacho, recupera energía y duerme lo que no pudiste dormir bien anoche, mencionó tras lanzar una mirada a Amory.

Lo haré Don Álvaro, necesito un descanso, dijo Regenkind saliendo de la sala de la inquisición.

Unas horas más tarde mientras Humberto y Álvaro preparaban el almuerzo, Clío seguía en la sala de la inquisición traspasando la información obtenida por Amory, y también la de Regenkind. 
Amory se encontraba en el salón de bienvenida preocupada, porque ya habían pasado horas y él no despertaba.

¿Se habrá resfriado? ¿ Estará despierto? Lo iré a ver para que se prepare para almorzar, pensó en voz alta.

Se dirigió con cautela y calma a la habitación del aventurero, y toco a la puerta...

¿Si, quien es?, respondió Regenkind 

Tímidamente Amory respondió: Soy yo, ¿Estás bien? ¿Podemos hablar?

Si, adelante, asintió Regenkind.

Al entrar Amory encontró a Regenkind en posición fetal; pues no parecía que el frío le hubiese afectado tanto como algo más que ella no sabía, y osó a preguntar ¿Te pasó algo?

Sucedió de nuevo, pude oír nuevamente esa voz tan familiar que me pide buscarla, y no pude llegar a iniciar mi propia misión, contestó Regenkind acongojado.

Tenemos un largo tiempo por recorrer sobre este barco Regenkind, no te apresures... por mientras puedes pensar quien podría ser la voz que llega a tus oídos. Si te es familiar es porque quiere decirte algo.

¿Pero quién si no se me ocurre a nadie? ¿Por qué no me ayudas, tu al fin y al cabo conviertes todo en magia o no?, preguntó Regenkind.

Está bien, lo haré. Pero antes debes saber que si me involucras en esto, yo seré tu herramienta de conexión a lo que te está buscando... así que no dudes en recurrir a mi cuando no te sientas bien ¿Si?
¡Vamos! une tu garrita con la mía que haré una sinfonía para ti …

Regenkind extendió su dedo meñique y lo entrelazó al de Amory, y al apretarlo surgió una conexión inexplicable, los oídos de él se sincronizaron con el corazón de Amory y ella al ver que Regenkind ya había conectado , con su otro brazo tomo su rostro y guío su oído a su corazón...

Mágicamente de latidos; Regenkind comenzó a oír la melodía que conectaba a la persona a la que debía buscar y sonó...


Melodía del Corazón de Amory

¿La puedes oír? preguntó Amory …







 

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