Odisea en un espacio paralelo: Primera Batalla




 Ya había pasado el tiempo suficiente sobre el barco, al punto de comenzar a sentirse una familia. Si bien parecía como si fuese ayer que embarcaron, el tiempo sobre el barco no era tan horizontal como en el plano terrenal, por lo que para Amory y Regenkind ya se sentía al rededor de un mes.
Habían podido aprender mucho de los adultos y niños trans-humanos del barco; Mutig y Stark por ejemplo eran la fuente de valor y fuerza y sus nombres le hacían gloria a aquellas virtudes; Humberto era un excelente explorador que por las noches alzaba las veletas con un arpón para darle paso a la navegación, lo que lo hacía un gran tirador. Clío esto lo sabía con mucha claridad, pues antes de la llegada de los chicos humanos, Humberto y  Álvaro le juntaban botellas para jugar palitroques y quien siempre sacaba el mejor puntaje era Humberto, pero Álvaro no se quedaba atrás... tenía buen pulso y manos mágicas con sus habilidades de hechicero, a lo cual Clío acudía siempre hacer trampa porque era un magnifico invocador de habilidades ajenas por lo tanto siempre el juego terminaba siendo una farsa.

Tras la larga conversación en la sala de la inquisición, Regenkind le preguntó a Humberto si aún alcanzaban a usar energía y magia para atravesar a algún lugar cercano a buscar recursos para construir el armamento y si de ser así Mutig, Stark y Clío podían acompañarlo.

Yo no puedo, dijo Clío. No pertenezco a tu linaje familiar como para abandonar el Habitante al menos a que sea a otra máquina navegante que mantenga el mismo magnetismo. Pero al ser Mutig y Stark tuyos, pueden aferrarse a ti en tierras lejanas, aquí en el reino astral.

Así es, contestó Humberto. Los únicos que pueden ir y venir de aquí son Amory y tu, con sus lazos o vínculos. Así que puedes llevar a tus caninos, pero no te preocupes, con Clío haremos lo que necesites en tu ausencia, aseveró.

Excelente!, prosiguió Regenkind, entonces necesitaré Don Humberto que por favor junte todo los artefactos de acero, metal y todo lo que podamos transformar en municiones.

Muchacho, sólo llámame Humberto... y no es necesario, hay un arsenal de municiones en la zona de las chimeneas.

Nos encargaremos de subir todo a la cubierta, dijo con seriedad Clío. Que a su corta edad era todo un guerrero.


Huberto y Clío no perdieron el tiempo, sabían que subir todo eso iba a costar tiempo y mucha fuerza, y no dudaron en comenzar en seguida.

¿Necesitarás algo de nosotros?, preguntó Álvaro.

SI! se anticipó Amory a contestar, si necesitará de nosotros... porque se me acaba de ocurrir algo ...

Si Regenkind sale del Habitante con Mutig y Stark, que lo haga al mismo lugar donde Don Humberto lo envió a buscar  a Uthrandir, que simultáneamente es donde debe encontrar a su lazo más fuerte. Y lo que haremos nono, será darle a Mutig y Stark nuestro brebaje eco localizador,  así podrá tomarse el tiempo suficiente para encontrar a … En ese instante volvió a ocurrir lo mismo que cuando Regenkind le mencionó que a quien debía encontrar era a Morol, angustia, rabia, y otras sensaciones que no le gustaba sentir.

A Morol, contestó por ella Regenkind, observándola algo extrañado. Es una idea fantástica, pero no creo que podamos soportar el frío, las ráfagas de viento son inmovilizadoras. 

Toda la razón Amory, y así tendríamos un aliado más, dijo Álvaro. Morol, tendrá un exceso de energía extra por querer soltar y eso nos servirá para la batalla. Y del frío no te preocupes, vamos a la cocina hijo... ahí veremos el brebaje y otra receta para que tu y tus niños puedan soportarlo.


Mientras Álvaro se dirigía a la salida, camino a la cocina miró hacía atrás para corroborar si Regenkind lo seguía y notó que Amory iba con ellos.

No, tu te quedas, dijo Álvaro... Le apunto toda una estantería a Amory... Todo eso es lo que debes revisar para saber a qué está conectado ese bicho! Yo me encargaré de los trabajos herbolarios de este barco.

¡Qué no se te olvide que funcionan porque estoy yo!, le gritó Amory con cara de desagrado por tener que quedarse estudiando.

En ese caso, interrumpió Regenkind, espéreme en la cocina Don Álvaro, debo conversar algo con Amory...

Nono chiquillo!, solo dime nono. No te demores le dijo, saliendo de la sala de la inquisición.


Ya todos habían abandonado la inquisición para comenzar la preparación de la defensa, pero a Regenkind le preocupaban algunas cosas... cosas que no podía evitar callarse. El tiempo que había avanzado en el Habitante para ellos era mucho más que lo que asimilaban contando, y durante las tardes y las noches ellos solían tener largas conversaciones sobre sus vidas en  tierra, sobre lo que les gustaba hacer, como es que les gustaría que terminara esta aventura tras terminar. La conexión entre Amory y él se había transformado en la fuente de poder que les daba valor para seguir cualquier misión que debiesen cumplir ahí, pero también los había unido para formar un vínculo afectivo que no sabían como describir, sabían que para la familia del barco eran excelentes amigos, pero ellos sabían que era algo más.

Regenkind se dio vuelta, agachó la cabeza y soltó un suspiro frunciendo el ceño, preguntó... ¿Amory, si  no puedes usar tu poder cuando llegue el momento de enfrentarnos al Stingray, podrías morir... verdad?

A Amory se le aguaron los ojos, y mencionó en voz baja mirando hacia un lado, sí. Todo dependerá de mi astucia, pero si aquella criatura logra extinguir la fuerza que mantiene el Habitante, con ella me extinguiría yo, respondió acongojada.

¿Pero... volverías a la Tierra?, preguntó nuevamente Regenkind.

No Regenkind... me quedaría aquí, como mi nono y los demás, hasta que llegue un vínculo a buscarme.

Regenkind se acercó con un poco de timidez, y con fuerza la abrazó. ¡No! eso no va a pasar, si sucede yo volveré al habitante a buscarte, te lo prometo!, sentenció.

Amory solo pudo soltar un llanto de miedo, y ahí se quedaron un momento los dos... 









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