Odisea en un espacio Paralelo: Primera Batalla

 




Culminando aquella aflicción, Amory se encuentra en la sala de la inquisición concentrada en algunos libros de mitología, ocultismo y geografía. Su tarea como ya sabemos, es descubrir qué es lo que alimenta el Stingray, pero cansada de tratar de retener información después de un largo tiempo de lectura, decidió tomar un descanso.

Fue hacia el berger que se encontraba junto a una mesa de descanso y extendió el mueble hacía atrás, y así quedó mirando el cielo de la habitación, que no era una maravilla sino más bien poseedor de humedad. Comenzó a difarear en su mente, como lo hacía a menudo: Si no estuviésemos en el barco, el pobre Habitante estaría hecho un tenebroso buque fantasma, me llega a dar  un poco de recelo lo escalofriante que se debe ver sin Regenkind y yo. Aunque... no lo puede ver nadie más que quienes tengan lazos aquí.
Espera Amory, se dijo así misma... Así se ve un alma cuando no es buscada, así actúa un alma con miedo, tristeza, culpa... ¿ Entonces, el Stingray alimenta a algo que lleva almas que aun no encuentra a su lazo?... Se puso de pie y desplegó sobre la mesa un montón de hipótesis que había escrito en algunas hojas anteriormente, se puso a sacar cálculos, buscó algunos otros libros para corroborar lo que tenía y se subió a una estantería más lejana para sacar otros y resolver algunas dudas.

¡Como no se me ocurrió antes!, dijo Amory. Lo he resuelto!


En la cubierta del barco se encontraban Mutig y Stark observando como Clío y Humberto desplegaban cajas de madera hacia las chimeneas internas por medio de un montacargas, donde iban a tener que bajar para rellenarlas con municiones. A lo lejos por el pasillo de las habitaciones, se acerca Regenkind para ayudar a su nuevo equipo. Se acercó a Mutig y Stark y les dijo: ¡Ustedes siempre de flojos eh!

No sabes lo equivocado que estás, dijo Humberto con la voz entre cortada por hacer fuerza, y apuntando con la cabeza a Clío prosiguió; O crees que este palillo felino tiene esa fuerza natural.

Jajajajaja, Clío lanzó una carcajada, bueno es la fortuna de poder invocar las cualidades de otros.

¿Díganme en qué ayudo?, dijo Regenkind.

Puedes esperar a que bajemos y con esa polea de en fondo que está al costado de la entrada al invernadero, hacer fuerza para subir las cajas, le contestó Humberto.

Pero será más esfuerzo para ustedes, déjenme también colaborar un poco, agregó Regenkind.

¿Estas loco? debes guardar fuerza y energía para salir por el monóculo, le advirtió Clío.

!Pero voy con Mutig y Stark!, dijo Regenkind sonriente.

Sí pero tu no eres invocador hermano, aseveró Clío.

¿Cuándo pretendes hacer el viaje?, intervino Humberto.

El nono está preparando la idea que se le ocurrió a Amory en la cocina, para salir mañana temprano, al rededor de las 7AM. Luego él les mencionará a la hora del té los pasos a seguir, pues Amory... dijo Regenkind bajando la voz; Amory tuvo una grandiosa idea.

No me extraña, pero mírame bien hijo... se acercó Humberto serio y con mucha resolución. Le tomó el rostro con una mano a Regenkind, y le dijo: Va a estar bien... dándole unas palmadas en un pómulo.

Regenkind inspiró fuerte mientras vio que Clío le cerró un ojo al ir bajando a las chimeneas, y se acercó a acomodar la polea para ayudar.

Simultáneamente, Amory llega corriendo a la cocina  y exaltada le menciona a Álvaro que cree de donde puede provenir el Stingray, y además como frenar su ataque.

A ver a ver, espera un poco, tampoco llegues como loca por la puerta, recuerda que tengo 87 y no es que vaya a morir, pero me puede dar algo. ¿Cómo es eso que lo sabes?... siéntate, contestó Álvaro sirviéndole té a Amory.

Amory tomó un sorbo del té, y comenzó a moverse por toda la cocina, posicionando cucharas, uvas, frascos, y algunos otros objetos sobre la mesa para ir haciendo referencia a la conexión e hipótesis que tenía. Mientras Álvaro iba oyendo muy concentrado, cambiando sus expresiones a menudo que Amory se explayaba. 
Amory parecía fervientemente de que lo que había descubierto, era cierto y su dialogo se mantenía firme y muy sólido. Pero Álvaro a medida que la oía solo pudo percibir en ella pánico, y sin desconcentrarla ni intervenir, esperó a que terminara para comunicarle lo que creía.

Amory posicionando los brazos en la mesa, ya un poco más tranquila dijo: ¡Y así es como llegué a esa conclusión, sé que puede funcionar nono!

Álvaro se acercó a ella y la abrazó, fue un abrazo casi como el último que ella recordaba que su nono le había dado antes de partir hasta ese plano. 

Mi pequeña, estoy orgulloso de tí, pero no tengas miedo... Sabes que estoy aquí contigo, le susurró Álvaro.

Ella lo tomó de los hombros y lo miró fijamente diciéndole: No puedo morir, debo llegar a ver a Cosmo. Sintiendo a su vez un nudo en la garganta y evitando soltar nuevamente el llanto.

Escúchame bien, lo que acabas de decirme está perfectamente calculado, haz obtenido un buen punto, pero podría tener muchos fallos, y mucho más importante... Esto no puede saberlo nadie más. Si comunicamos esto a los demás la misión de atacar podría afectar las emociones de todo, y con eso disminuir la energía que pueda obtener Clío y los caninos de lo que quede de ti. 

Presta atención Amory, lo que haremos es lo siguiente... se sentaron juntos a discutir como minorizar la mayor cantidad de fallos en la batalla y a programar como iban a ocultar esta información a quienes en ese minuto eran su familia, para no provocar una catarsis que podría llevarlos a un desastre mayor.

Habían pasado unas cuantas horas desde que todos habían estado en la sala de la inquisición, y había surgido el problema, llegaba la hora de comer por lo tanto Amory y su nono habían comenzado a preparar el té y las meriendas para que de pronto sin chistar se oyeran dos ladridos muy cometidos exigiendo su comidita y agua, eran Mutig y Stark que venían con hambre y tras de ellos los 3 varones faltantes del Habitante.

Todos comenzaron a acomodarse en sus puestos regalones, que ya acostumbraban a usar en la mesa, y Clío sin dejar de ser un niño dejó caer su pregunta de intromisión:

Regenkind dijo que debían comunicarnos algo que había dicho Amory, ¿Qué han descubierto?

La pregunta parecía totalmente dirigida al tema que habían discutido hace un momento atrás, pero realmente se trataba de la idea de las pociones eco localizadoras y anti frío. Pero Amory se incomodó y Álvaro tomó la palabra:

Sucede que Amory se le ha ocurrido que  preparemos algunas recetas de magia para que Regenkind pueda disminuir el frío con Mutig y Stark al cruzar a la tundra, explicó Álvaro.

¿Y por qué a la tundra?, preguntó extrañado Humberto.

Pues Amory cree que si le damos de beber a los caninos  poción eco localizadora, Regenkind pueda encontrar a su lazo muchísimo más rápido y traerlo al barco como un aliado más para la batalla.

Bueno, se lo dije a Regenkind... no me extraña que esta chiquilla haya tenido un plan, muy buena idea Amory, dijo Humberto.

Uno más siempre será bienvenido, agregó Clío.

Todos en la mesa sonrieron y conversaron sobre el día de los chicos cargando municiones, era una verdadera familia, y Amory observaba esto con algo de melancolía. Y Álvaro al percibir su sentir, le sobó la espalda sutilmente dándole fuerzas. Ya terminando de comer Humberto le pidió permiso a todos para ir a ducharse y descansar, y Clío ya cabeceaba de sueño así que también se levantó de la mesa.

Qué descansen, dijo Amory abrazando a Don Humberto y dándole un beso en la cabeza a Clío.

A mi también me perdonan, pero debo ir a mi habitación a preparar las cosas para mañana, mencionó Regenkind.

Álvaro se levantó y extendió sus brazos a Regenkind y le hizo saber que desde ya era un héroe, en cambio Amory hizo el amago de evitarlo y dándole la espalda llevó la tetera del té a la encimera de leña.

Nos vemos más tarde Amory, dijo Regenkind.

Ella sonrió para si misma sin dejar de darle la espalda ni contestar.

¿Así que más tarde la pilla?, dijo Álvaro.


Tras una última taza de té, sola en la cocina Amory decide salir de ahí y subir a las veletas, quería tomar una rafaga de viento que le hiciera recordar que debía ser fuerte, que las cosas iban a estar bien, que no debía tener miedo. Y subiendo al altillo de las veletas alzó sus brazos y cerró sus ojos, en su mente visualizó una luz enorme envolviéndola, y manifestó al cielo "Estoy bien", "Estoy bien", "Estoy bien" y finalmente dijo en voz baja... Estoy bien.

¿Lo estás?, dijo Regenkind terminando de subir con su ukelele a acompañarla.

!Regen!, me haz asustado... pensé que dormías, deberías descansar.

Necesito aire para tomar valentía, y para tocar una canción al viento, contestó.

Te oigo, se acercó Amory poniendo la cabeza en su hombro mientras los dos se sentaban en el altillo.

Y Regenkind comenzó a tocar esta melodía... Suena el ukelele de Regenkind




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